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Review This Story || Author: sman2000

Lauryn tras la pista

Part 2

UNOS DÍAS ATRÁS




-¿Y conseguiste tenerlo todo el día de un lado para otro? - preguntó Kate


-Bueno… necesitaba el coche para ir de compras - respondió Jaimie


-No puedo creerlo. ¿No se quejó?


-Claro que no - Jaimie sonrió - él pensaba que tendría… su recompensa, después de la fiesta.


Alex y Kate intercambiaron miradas. El relato de Jaimie les parecía sorprendente. Un chico de la universidad, un niño bien, haciendo de chófer todo el día para su amiga. No era la primera historia que les contaba. Viniendo de otra habrían pensado que se lo inventaba o que estaba exagerando, pero conocían bien a Jaimie y la habían visto haciendo cosas similares antes. Tenía talento para aprovecharse de los pobres incautos que creían tener alguna oportunidad con ella.


-Sigues siendo una zorra, Jaimie


Por supuesto Kate no intentaba ofenderla. Las dos rieron tras el comentario.


-Vamos, ¿vosotras no hacéis lo mismo? - Alex negó con la cabeza - Pues deberíais. No iba a acostarme con un tipo así. En el fondo las tres queremos lo mismo, pero hasta que llegue ese chico guapo e inteligente, que no se deje engañar con tanta facilidad, ¿por qué no utilizar a los más tontos? Se lo tienen bien merecido.


Para Alex era caer muy bajo. Creía que Jaimie era demasiado altiva, pero al fin y al cabo estaba siendo cruel. ¿No era mejor rechazarlos sin más?, así al menos nadie salía "herido".


Kate sentía algo entre la admiración y la desaprobación. Por un lado le parecía mal tratar así a la gente. Por otro lado resultaba increíble la facilidad con la que su amiga conseguía manipular a los demás.


-Bah, da igual. - Jaimie hizo un gesto con la mano derecha, quitando importancia al asunto. - Dime, Kate, ya has encontrado sustituto para el idiota de Bob.


Kate se sobresaltó un poco por la falta de tacto. Aún le dolía que Robert la hubiese dejado. Podía comprenderlo, a ella tampoco le hacía gracia sentirse observada todo el día. Sin embargo había esperado un poco más de quien fue su novio desde el instituto.


-No, no hay nadie - respondió con tristeza.


-Bueno, ya te buscaremos a alguien en la fiesta de mañana.


-Yo creía que la organizábamos para desvirgar a Alex - respondió Kate entre sonrisas, cambiando rápidamente su estado de ánimo.


-¡Hey! - Alex alzó la cabeza sobresaltada. - ¿Qué estás diciendo?


-Vamos vamos - Kate apoyó la mano en el hombro de su amiga. - Solo te tomaba el pelo.


-Si, ya, mira como me rio - Alex se levanto mientras hablaba. - Voy a por un refresco. ¿Os traigo algo?


Ninguna de las dos quería nada en ese momento.




Alex entró en la cocina de la mansión. Escuchaba a sus amigas de fondo, intercambiando bromas y anécdotas. En realidad se divertía mucho con ellas, pero se alejaba cuando comenzaban a hacer cierto tipo de bromas a su costa. Además, es cierto que tenía sed.


Cuando iba a abrir la nevera escuchó algo en el pasillo de la entrada. No recordaba si habían cerrado las ventanas. Decidió asegurarse. Lo último que quería era pasar toda la noche despertándose a cada golpe de viento. Al girar la esquina que daba al pasillo se topó de frente con un hombre alto, musculoso. Vestía pantalones y camisa negros. Llevaba botas militares. Su presencia habría sido bastante amenazante en cualquier lugar. En aquel pasillo mal iluminado por las últimas horas de sol, invadiendo el edificio, simplemente resultó aterrador. Iba a gritar del susto. No tuvo ocasión. Recibió un fuerte puñetazo en el estómago. El puñetazo habría bastado para inmovilizar a un profesional. Alex no era profesional. Jamás le habían puesto la mano encima. Durante toda la vida no había conocido más que el cariño y la amistad. Su mente no estaba preparada para enfrentarse a una agresión como esa. Cayó de rodillas al perder la respiración, con ambas manos sujetándose el vientre. Iba a intentar levantarse cuando recibió una patada en el pecho que la hizo caer de espaldas en el suelo. Aún sin poder respirar, contempló cuatro hombres más, todos vestidos de igual forma, pasar por su lado. El que la había golpeado la obligó a darse la vuelta, quedando boca abajo en el suelo, y ató sus manos rápidamente con una brida. Aunque seguía aturdida por los golpes, su agresor la levantó del suelo bruscamente, haciéndola caminar, o más bien trastabillar, de nuevo hacia el jardín interior.




Kate y Jaimie seguían hablando tranquilamente cuando escucharon el ruido de Alex al caer al suelo. Kate se giró hacia atrás intentando ver a su amiga. No estaba en la cocina


-¿Alex?


Al no obtener respuesta, Jaimie también miró hacia atrás.


-Vamos dentro. Tal vez se le haya caído algo.


Kate asintió y ambas se levantaron. Entraron por la misma puerta que su amiga un par de minutos antes. Jaimie iba delante. No pudo hacer nada cuando un hombre grande y fuerte salió desde las sombras, la agarró por el cuello, y la llevó hasta la pared. Ella intentó defenderse, golpear a su atacante. Pataleó, arañó, e intentó morder. No consiguió aflojar la presa que le cortaba la respiración. El dolor y la desesperación fueron a peor cuando, en un alarde de fuerza, el hombre la levantó un poco del suelo, cargando casi todo el peso en el cuello. Las piernas de Jaimie comenzaron a moverse frenéticamente. Sus manos agarraron el antebrazo del agresor intentando moverlo. De nada sirvió. Fue perdiendo fuerzas hasta que las piernas apenas se agitaban un poco y los brazos cayeron inertes a ambos lados del cuerpo. La lengua asomaba entre los labios. Un acto reflejo del cuerpo para intentar dejar más espacio a la entrada de aire. Los ojos, llenos de lágrimas, comenzaban a girarse hacia dentro. Un chorro de orina se deslizó entre ambos muslos. Justo entonces, cuando la oscuridad comenzaba a adueñarse de ella, el hombre la soltó. Jaimie cayó al suelo de bruces, deslizándose por la pared, hasta acabar sentada en un charco de su propia orina. Había quedado medio inconsciente.




Durante todo el asalto Kate no pudo ayudar. Había entrado justo después de su amiga, tan solo un par de pasos por detrás. En el mismo instante que cruzó el umbral se encontró con un revolver apuntándole al corazón. El cañón del arma se clavó entre ambos pechos, apretando aún más la camisa. Kate sintió tanto miedo que fue incapaz de moverse. Fue testigo de la desesperada lucha de Jaimie sin poder hacer más que suplicar.


-¡Suéltala! - por respuesta solo consiguió algunas carcajadas de los cuatro hombres. - ¡La vas a matar!


No sirvió de nada. Mientras gritaba vio al cuarto hombre obligando a caminar a Alex. La pobre parecía aturdida, incapaz de mantenerse en pie si no la sujetasen. Al final Jaimie también cayó al suelo.


No pasaron ni cinco segundos antes de encontrarse las tres juntas en el centro del jardín. Kate había gritado pidiendo ayuda. No iba a escucharla nadie. La finca estaba demasiado alejada de la civilización. Tanto Alex como Jaimie tenían las manos atadas a la espalda.


Los hombres no se habían quedado quietos. Habían montado una serie de cámaras sobre trípodes, cubriendo casi todo el jardín. Cuando acabaron comenzaron a desnudarse.


-¡Esperad!, ¡¿Qué estáis haciendo?!


En el fondo Kate lo sabía. No había muchos motivos posibles para colocar cámaras y desnudarse. Simplemente se aferraba a la negación. No podía aceptar lo que estaba apunto de ocurrirle.




UNOS DÍAS DESPUÉS




Lauryn bajó del pequeño coche justo al impresionante edificio. Vestía con una combinación de ropa elegante y sexy. Una camisa marrón muy oscuro, casi negra, no demasiado ceñida. Una falda por encima de la rodilla, de color beige. Completaba el conjunto con unos pantis negros y zapatos también negros de tacón no demasiado alto.


El bloque de apartamentos quitaba el hipo. No quería imaginarse cuanto costaba cada apartamento allí, mucho menos el ático.


-Supongo que no son malos tiempos para todos


Otros periodistas ya habían intentado hablar con Brenda Lacroix. La joven no les había dicho nada relevante. Lo cierto es que parecía traumatizada por la noticia, cómo era de esperar.




Más sorprendentes resultaban las noticias que Rebecca le había enviado minutos atrás. No había ningún detective de homicidios asignado al caso. Oficialmente la investigación corría por cuenta del propio comisario. Rebecca creía que estaba haciendo un trabajo horrible. Había dado por buena la versión del robo desde un primer momento. Ni interrogatorios, ni un trabajo serio. Aquello había hecho que Rebecca comenzase a sospechar. No podía acusar de incompetente a un superior, no así como así, necesitaba más pruebas. Tampoco podía estar siempre cerca, levantaría sospechas sobre su persona. Por suerte había encontrado otro método. Una agente joven, recién ascendida a inspectora, de nombre Emma. De hecho por ahora hacía poco más que el papeleo de los detectives más veteranos. El padre de Emma había sido el instructor de Rebecca, su primer compañero, así que podía fiarse de ella. Además, no había pedido nada demasiado peligroso, solo que indagase un poco.




Lauryn llamó al timbre. No habría sido la primera vez que forzaba una puerta para entrar, pero solo lo hacía para conseguir pruebas, no para hablar con los familiares de una pobre muchacha violada y asesinada. Aún así, la paciencia no era su mejor virtud. Le enervaba esperar durante mucho tiempo sin hacer nada. Cuando la puerta se abrió reconoció inmediatamente a Brenda Lacroix. Nunca se habían visto en persona antes, pero no hacía falta. Ante ella se encontraba una de las mujeres más hermosas que pudiese recordar. El cabello era largo hasta la cintura, liso, de color rubio. Sus ojos verdes como esmeraldas. El rostro, aunque algo hinchado por el llanto, era hermoso. Redondeado como el de su amiga Rebecca, pero a la vez anguloso y más refinado. Los pechos del tamaño justo, ni muy grandes ni muy pequeños. Lauryn la esperaba más baja. Se equivocaba, sin tacones debía medir cerca de un metro setenta y cinco. Vestía de negro, falda larga y camisa. Su rostro reflejaba tanto dolor que Lauryn sintió lástima al instante. Necesito reunir fuerzas para comenzar a preguntar.


-Me llamo Lauryn y soy…


-Ya lo sé - Cortó Brenda. - He seguido tu trabajo.


Brenda, además de guapa, era muy lista. Su padre le había ofrecido un puesto en la organización de la campaña, pero lo había rechazado. La política le desagradaba profundamente.


-Sé que es mal momento, pero vengo a preguntar por


No pudo acabar la frase. El bello rostro de Brenda se llenó de irá en unos instantes.


-¡Claro!, unas cuantas fotos para vender más revistas. Y yo pensando que eras una periodista seria.


Lauryn alzó los brazos casi en posición defensiva. Durante unos instantes temió un bofetón. Tampoco habría sido el primero.


-No. Nada de eso. Pero creo que deberías escuchar algo.


Aunque reticente, Brenda accedió. Lauryn no supo si era porque parecía lo bastante sincera o porque la pobre estaba demasiado triste para "pelear".


Durante los siguientes minutos, ya dentro del ático, Lauryn le explicó las incoherencias. Evitó los detalles escabrosos. Los periodistas como ella podían tener fama de insensibles, pero en su caso no era así. Le contó las contradicciones entre el informe del forense y la versión de la policía. No le habló de la inacción del comisario. No quería que la joven utilizase sus recursos para remover un avispero. Estas cosas debían hacerse bien.


Durante el relato, la periodista notó muchos matices en las reacciones de Brenda, casi todos previsibles. Dolor, asco, más ira. Sin embargo le llamó la atención algo. Fue solo un segundo. Es como si Brenda hubiese caído en algo de golpe, encajado un par de piezas.


-Dímelo


Brenda miró algo sobresaltada a Lauryn


-Has pensado algo, pero quieres ignorarlo.


-No… no es nada.


-Escucha… la policía está muy perdida en esto. Da igual si vas tú, si voy yo, o si vamos las dos. No cambiará nada. Yo puedo ayudar, pero necesito alguna pista para salir del callejón sin salida. Cualquier cosa me puede servir.


Brenda siguió pensando un poco antes de hablar.


-Es una tontería. Cuando se lo dijeron a mi padre, yo estaba con él. Todos nos hundimos. Fue tan repentino. Pero él… su reacción no pareció tan espontánea. ¿Y si fue para herirle a él? No se puede llegar tan alto sin enemigos. - Se levantó de golpe. - Voy a preguntarle.


Lauryn casi tuvo que quitarle el teléfono de las manos.


-No. Si tiene enemigos, no te metas. Ya me has ayudado a mí - Estrechó las dos manos de Brenda. - Ya tengo un camino que seguir, la primera migaja de pan.




Poco tiempo después, Lauryn estaba de nuevo en el coche ordenando las ideas. Albert Lacroix había sido investigado en profundidad los últimos meses. Si alguien quería hacerle daño hasta ese punto, los indicios no estaban a plena vista. Tendría que utilizar medios más directos. Al parecer  acabaría forzando alguna puerta de todos modos.




En el ático, Brenda seguía pensando en ello. Aún recordaba la descripción de los hechos. Kate violada, ultrajada, y asesinada. No podía dejarlo estar.




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